“La Alianza es la vocación de la virginidad, y, en la virginidad, la perfección evangélica, y, en ésta, el amor más ardiente y más puro a Cristo Jesús”
(Padre Fundador)
Este es nuestro carisma en la Iglesia, una experiencia del Espíritu Santo que nos configura real y progresivamente con Cristo en el misterio de su virginidad.
Por eso, respondiendo a una especial vocación, nos comprometemos a vivir esa misma virginidad de Cristo, entendida en sentido teológico: amando como Él, con amor total, divino y humano, personal e inmediato al Padre y a todos los hermanos, renunciando a toda mediación y polarización en el amor. (Constituciones nº 3)